jueves, 4 de julio de 2013

CICLO DE LAVADO


Metí la mano adentro de la lavadora,
el frío contacto del agua se pausó por la maraña de pelo;
pequeños bracitos se aferraban esperando salir del pozo maldito,
escurriéndose una y otra vez.

Mis dedos querían extraer el contacto perdido de su mano,
ese reflejo de bebé que abre y cierra como intermitentes señalando el busto de su madre; 
mi olfato quería destilar el agua de cada ropa remojada,
no quiero olvidar esos detalles que la hacen ser.
¿Cuántos ciclos de lavado estaré sin ella?
Este sentimiento se puede traducir,
carne y leche.
Carne y metal.

Lavé toda su ropa con el ímpetu de volver a construir su físico.
Vamos a juntar todas las pelusas me dije.
Vamos a fabricar mi Golem.

Quiero volver a escuchar esa canción nocturna,
quiero   oler su maquillaje otra vez,
quiero reiniciar mi tiempo con ella,
quiero que la muerte la escupa de vuelta. 

 Cubo de cinco centímetros cuadrados,
una muñeca,
mi souvenir de Hades,
 recordatorio constante de lo celosa que puede ser la muerte maldita.